El progreso de la solidificación implica dos etapas distintas: nucleación y crecimiento. La nucleación implica la aparición de partículas muy pequeñas, o núcleos del sólido (que a menudo constan de solo unos pocos cientos de átomos), que son capaces de crecer. Durante la etapa de crecimiento, estos núcleos aumentan de tamaño, lo que resulta en la desaparición de parte (o toda) de la fase parental. La transformación se completa si se permite que prosiga el crecimiento de estas partículas de nueva fase hasta que se alcanza la fracción de equilibrio.